En
la educación superior, estos sistemas presentan grandes oportunidades tanto
para los docentes
y sobre todo, para los estudiantes, en términos de accesibilidad, de
flexibilidad y, en algunos casos, de costos. Impactan, por tanto, en tres de
los aspectos críticos de la educación superior actual:
1. En
la necesidad de proporcionar acceso a una cantidad cada vez mayor.
2. A la educación postsecundaria, en la necesidad
de modalidades cada vez más flexibles en términos de lugar, espacio, ritmo,
itinerarios, etc…
3. En la
importancia que va tomando la financiación y, en consecuencia, los costos de la
educación superior.
Dar
respuesta adecuada a cada uno de estos tres frentes mediante el uso de las TIC
supone grandes retos para las instituciones. Sobre todo, si al mismo tiempo se
quiere asegurar la calidad de estos mismos procesos. Desde esta
perspectiva, las distintas experiencias desarrolladas en nuestras instituciones presentan
un marcado sesgo que depende del origen del proyecto, del momento en el que aparecieron,
de la cultura organizacional, etc... Entre estos proyectos de e-learning, teleformación,
enseñanza semipresencial, etc, que se han dado tanto en instituciones de educación
superior, como en las empresas, podemos diferenciar tres enfoques:
Un
enfoque tecnológico, que puede considerarse de periodos iniciales –pero que en
algunos casos perdura- y que está basado en la idea de que la sofisticación del
entorno tecnológico proporcionará la tan ansiada calidad del proceso e-a (que
no es otra cosa que un proceso de construcción del conocimiento y no de
distribución de información).
“El contenido es el rey” viene a representar
una segunda perspectiva que, vaticinando el fracaso
del enfoque excesivamente tecnológico, ha basado la calidad del proceso en los contenidos
y en la representación del conocimiento que estos ofrecen, pensando que materiales
altamente sofisticados proporcionarían la calidad.
Un
enfoque metodológico que se centra más en el alumno y que, partiendo de
criterios pedagógicos,
basa la calidad en una adecuada combinación en cada caso de decisiones que tienen que
ver con la tecnología a utilizar, con la función pedagógica que el entorno cumplirá
y con los aspectos de organización del proceso dentro de dicho entorno.
Ref. Jesus Salinas